Recuerdo aquellos años, en los que no existían los humanistas, o no nos hablaban de ellos.
Nosotros, fuimos los que tuvimos que escoger entre "ética" o "religión", o más bien; nuestros padres.
Cuando con un duro, o cinco, o veinte (eso ya era la bomba); podías bajar al Kiosco del Señor Linares y comprarlo casi entero.
Recuerdo los "tico-tico", los chicles de bola, los chupa-chups de Kojac, la Super-Pop de mi hermana con las pegatinas de "Duran-Duran", los "kikos", los "últimos fichajes" y los "coloca" de los cromos de fútbol, las canicas, los gusanitos blancos, el puromoro, los "sobre sorpresa"; con esos soldaditos que te costaba un diente y parte del otro arrancar del blister, para montar nuestra propia guerra ... recuerdo los catxirulos (cometas), los jamones (nubes), los caramelos de "selz", los pictolines, los dráculas de fresa y tambien de melon; por qué no ... los fresquitos con su dedo de fcaramelo de fresa con pica-pica, y los "escalofríos" ...
Sobre todas esas cosas, recuerdo las piruletas de corazón; que contaban, los benditos pacientes que podian lamerla sin masticarla hasta el final (yo nunca fui de esos, siempre las mordia), que se quedaba tan finita; que podía hacerte cortes su filamento de caramelo en la lengua ... yo nunca tuve paciencia, nunca dejé que un corazón me hiriese ...
Ahora, un poco más mayores y sinceros; condenados al ostracismo de los recuerdos, son los corazones de carne y hueso, los que nos rasgan. Y es que nos hemos vuelto endebles, incomprendidos, e incapaces de saber comprender, y de recordar, de dónde venimos ...
Ahora, existen los "besitos" de fresa, con el que te enseñé los labios ... más los niños, ya no comen piruletas como antes ... no se fustigan la lengua, son como yo era ...
Recuerdo aquellos años, en que no existían los humanistas. En que discutía con mis padres porque yo quería hacer "ética", y en que nuestro Dios, era el que mejor jugaba al "yo-yo", o mejor lanzaba la peonza ... y quizá, sólo quizá ... estemos volviendo a ello, si dejamos de creer en los hombres, y en sus valores.
Me rindo a la vida de los corazones dulces, allí me tienes ... allí me tenéis, si queréis encontrarme ....
